¿Qué sucede cuando recordamos? ¿Qué hay en ese trayecto entre lo que fuimos en el momento del hecho y lo que somos al pensarlo, al recordarlo, al sentirlo? Entre ese pasado y nuestro presente existen un sinfín de momentos, de objetos, de presencias, de sonrisas, de juegos, llantos, proyectos, decisiones, fracasos, canciones, charlas, lunas… muchos, muchos yos entretejidos, muchos nosotros palpitando.
La memoria es un continuo presente, mas no siempre un presente luminoso, abierto y accesible; en ocasiones es oscura, por lo que nosotros mismos nos encargamos de ocultar vivencias, situaciones, nos es incómodo o doloroso regresar a ciertos lugares; a veces tiene ambas: un recuerdo feliz nos lleva a la tristeza, o descubrimos luminosidad en un hecho demoledor. Lo cierto es que es necesaria, tanto individual como colectivamente. La memoria está ahí, operando inconscientemente, haciéndonos ser. Mas, ¿qué tanto pensamos en ella?, ¿con qué frecuencia regresamos a esos lugares guardados, a sus sensaciones, a sentir lo que nos provoca, lo que nos mueve?
Entre: paisajes intermediales de la memoria es una propuesta que nos lleva a esos lugares, nos adentra en nuestras memorias y nos mete en las memorias-cuerpos de quienes nos ofrecen las suyas en escena.
Una herramienta para lograrlo es la tecnología, sello de la compañía desde hace varios años. Es interesante el uso que se hace de ella, pues hemos visto en muchas ocasiones el uso de ésta en la danza, y lo que se logra es ocuparla como accesorio, acompañamiento, como una muleta para el discurso. En esta pieza, es inevitable pensar en ese lugar común que nos viene a la mente cuando hablamos de tecnología: la tecnología nos aleja, nos separa, fomenta el cuerpo distante; es ineludible relacionarla con la frialdad, la falta de calor, ese que sólo la cercanía y el contacto pueden generar. En esta propuesta percibimos todo lo contrario: una mediación tecnológica humanizada y cálida. No es un accesorio o un recurso sin sentido. De esta manera, por ejemplo, a un traje (conectado a la creadora) que uno de los espectadores puede usar, se le dota de corazón y tacto, así, quien porta dicho traje entra y es parte de otro ser, es tocado literalmente, se vuelve un latido de corazón por medio de electrodos y otros mecanismos que no sabría describir, pero que lleva a un estado embrionario, a sentir lo que es estar dentro de otro cuerpo, escucharlo, sentirlo, eso que todos sentimos y vivimos alguna vez y cuya consciencia perdimos. En otro momento podemos mirar nuestros propios latidos o entrar a otras memorias por medio de realidad aumentada. Insisto en que el solo hecho de utilizar estos dispositivos podría ser una experiencia; sin embargo, Abigail Jara y sus bailarinas y bailarines creadorxs van más allá, pues dotan al objeto de alma, le dan sentido y logran que dichas mediaciones tecnológicas pasen a segundo plano. No venden la tecnología, en realidad es sólo eso: un medio y no un fin, hecho que se agradece. El fin es el discurso, es lograr esa danza cuántica, integradora de experiencias individuales y colectivas. Un fin es descubrir ¿Cuál es tu origen?

“¿Cuál es tu origen?” es la interrogación directa y constante, el cordón umbilical que nos guía. Y ahí abren dos caminos: el origen externo y el interno. Por un lado, el origen del todo, las partículas que compartimos desde la gran explosión, la historia, el contexto, el mar y la evolución, y por otro, el individual que se compone de recuerdos, ADN, experiencias y todo aquello que nos conforma como lo que somos. La obra nos adentra en ese microcosmos, la danza se da entre membranas, células, neuronas en un espejo de ese interior colectivo del que podría conformarse ese gran yo que somos.
Lo interesante de esta propuesta es ese descubrimiento: el interior de quien está en escena y de quien está percibiendo no es distinto. Evidencian esa conexión total, nos muestran a través de movimiento, textos y recursos tecnológicos, ciertos cruces donde nos encontramos a niveles imperceptibles, como pequeñas neuronas de un cerebro planetario haciendo sinapsis constantemente. Y esto se genera a partir del detonador de la memoria, por ejemplo, al mirar discos que contienen toda tu vida guardada, el espectador llena esos vacíos con un sentido íntimo, o el mirar el latido de otrx asistente y mirar a través de la luz, la palpitación de la vida que compartimos. Y es que sí, somos individuos, independientes, únicos, inigualables, irrepetibles; sin embargo, compartimos un origen, una evolución, una biología, una historia. Todos sabemos lo que es la pérdida, el duelo y la importancia de recordar, de hacer presentes a esas personas, y cuando alguien corporiza su ausencia y nos la muestra, su ausencia se colectiviza y activa las que cada quien trae cargando. Ahí es donde comienzan a desaparecer esas líneas entre creador/espectador y se mezclan.
En Entre: paisajes intermediales de la memoria sucede lo mismo: la coreografía es una, viene del individuo creador, pero se va colectivizando a través de los cuerpos, las voces, las memorias, la mediación tecnológica, hasta volverse un cuerpo amplio, emotivo que se reconoce y participa en los demás.
Y uno sale del lugar tocado, estimulado, conectado, con una emoción interna; uno sale y camina siendo ya un dispositivo, una intermediación, una antena cargada de memorias. Y eso, en estos días de encierros interminables, duelos, pérdidas, crisis, es una luz, un respiro y una ventana para mirar de mejor forma lo que viene.
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Entre: paisajes intermediales de la memoria, se presenta para grupos de 6 a 8 personas en el Foro Experimental MUSSELab (Tehuantepec 42 esquina con Coatepec, col. Roma sur) del 18 al 27 de agosto. Tres funciones por día.
Agenda tu cita en: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSe-KpNPgoXWfdnYeNBesddy80b_lCmOypfpP54zykuF0kigKA/viewform?fbclid=IwAR3ibZa8w04ast0sr0HnKOGktm9ntxJ9CL8VYTY4KWs1Fs1pOW9DTvhVPO8
Dirección: Abigail Jara.
Performers: Pamela Salinas, Itzamná Ponce, Sofia Gándara, Noelia Rojas, Joshua Echeverria, Santiago Dorantes.
Asistente de dirección: Irasema Serrano.
Diseño sonoro: Fermín Martínez / Elliot Hernandez.
Desarrollo tecnológico: Hector Ugalde.
Escenografía mecánica: Alejandro Marra Mejía.
Experiencia 360º: Edmar Soria / Elliot Hernandez.
Vestuario: La CalaCa Design.
No había vibrado con una obra de danza antes de verla y con tu reseña puedo decirte que en lo particular me atrapó. Seguramente mi historia, mi contexto.. hizo esa onda vibrante pero tus palabras sobre lo que sucede ahí, me transportaron.
Gracias por compartirnos, pues es un poco la intención: transmitir algo de lo que pasa como espectador. Ojalá algún día tengas chance de verla. Un abrazo