Cuerpo y territorio. Encuentro Divergente

En tiempos de despojos territoriales, de reacomodo de la vida tras la pandemia, de replanteamientos tras la puesta en crisis de distintos modos de ser y subsistir, de abandonos presupuestales, surgen otras formas de organización y gestión, montadas en estructuras comunitarias, vinculadas a los barrios, a los pueblos. Divergente es una apuesta en este sentido. Por ello, platicamos con Omar Martínez respecto a este festival, al cuerpo y el territorio, al alejamiento de la danza como espectáculo y las luchas por venir.

Respecto al cuerpo como territorio y sus vinculaciones, nos comentaron: “Para nosotrxs, el cuerpo no está limitado a su condición individual como se concibe en la matriz cultural occidental. Más bien, es un cuerpo que se continúa en los demás cuerpos presentes en los territorios, en una interdependencia que permite que la vida y sus múltiples expresiones existan. Lo humano no está separado de los otros seres vegetales, minerales, animales, ríos, montañas, arroyos, cerros, montes. De igual modo, en el caso de nuestras ciudades, lo humano convive con los otros cuerpos que la conforman: colonias, plazas, calles de asfalto, muros, barrancas, edificios, autos, etc. Y también con la ausencia de aquellos cuerpos cada vez menos presentes, como los arroyos en las barrancas, montes, aves, insectos, árboles.  

Desde esta perspectiva, cuidar el cuerpo es cuidar el territorio. Y en la situación cada vez más crítica en que se encuentra nuestra región y las regiones del mundo, cuidar el territorio es defenderlo, no sólo de los proyectos que los perjudican o exterminan, sino incluso de nuestra forma de vida que depende del saqueo de “recursos” y de que aquellos grandes proyectos existan.” 

“Quienes formamos el núcleo organizador del Divergente hemos tratado de estar cerca de las luchas en defensa del territorio, de comprender que se trata de una lucha común, que tenemos mucho que aprender y desaprender sobre el cuidado del territorio del que formamos parte.

Como danzantes, creemos que necesitamos trabajar colectivamente y transitar a ser cuerpos más sensibles a estas defensas, aunque a veces la idea que tenemos del arte nos estorba para ello. Se suele pensar que nuestra sensibilidad debe ser volcada en la próxima creación o presentación, y que la potencia social y política de nuestra danza tiene que ver con defender derechos como gremio y mejores y mayores beneficios presupuestales. Pero entonces, ¿qué hay de nuestros territorios? Como Divergente, nuestro concepto de cuerpo se dirige hacia otra idea de sensibilidad, una que sea capaz de ir reconociendo de forma más profunda la complejidad de la existencia y la importancia de sumarnos a las luchas comunitarias que defienden aquello que nos es común. Entonces, la creación será sólo un eslabón más de ese enorme entramado de prácticas por preservar la vida.”

Y en estas prácticas entra la danza y un festival, el cual busca distanciarse de la danza como “espectáculo”, y nos explican el porqué:

“La danza, como muchas otras de las formas sociales que conforman nuestra cultura moderna, tiene una historia particular y conocida: empieza en las cortes en Europa y con un transcurrir colonizador se extiende al mundo. Desde su origen ha tenido una función de espectáculo que se intensificó con la modernidad y que en las últimas décadas se ha ido diversificando, transitando hacia propuestas más experimentales, performáticas, de arte relacional, etc., que disminuyen su condición espectacular, sin que haya podido cambiar su lógica de presentación de un cuerpo danzante (individual o colectivo) frente a una audiencia o público.

Sin embargo, esta forma de ver la danza no es la única en la historia. En diferentes partes del mundo, las danzas ponen en juego un encuentro de fuerzas entre cuerpos y territorios que preserva o dinamiza la realidad humana y no humana. En otras matrices culturales no occidentales, los cuerpos danzantes son receptáculo de poderes que no pertenecen sólo a la condición humana, sino a las fuerzas y pulsiones de los territorios. Silvia Federici escribió sobre esto en su alabanza al cuerpo danzante. Entonces encontramos desde las hakas maoríes y los guillatunes mapuche hasta el maso yaqui (danza del venado) del pueblo yaqui en el norte de México. Sólo que como son sociedades o, mejor dicho, mundos que han sido invisibilizados por la cultura occidental, sus manifestaciones son consideradas más como tradiciones primitivas o folklóricas o “espirituales” y un sinnúmero de calificativos que nos alejan de la comprensión de que se trata de expresiones danzantes que provienen de mundos vivos.

Esas otras perspectivas del cuerpo danzante nos permiten cuestionar nuestra propia idea de danza. ¿De qué manera, quienes bailamos en las ciudades, en los escenarios (sea en foros o en la calle), nos relacionamos con el mundo, con sus fuerzas, con sus tensiones, conflictos y con todos los seres que forman parte de él? Entonces, desde esta perspectiva, la idea de espectáculo limita los alcances de la expresión danzante. Por eso, en Divergente nos estamos preguntando qué hay más allá de los límites del espectáculo. ¡Y no lo sabemos! Nos encontramos en la contradicción de pertenecer a una cultura que nos ha formado bajo esa idea de danza, pero ante los problemas que ponen en crisis muchos aspectos de la existencia, nos parece necesario y urgente hacernos estas preguntas. Creemos que modificar nuestras ideas sobre el cuerpo y sus potencias expresivas y sus vínculos con los territorios, puede ir abriendo brechas a otra forma de sensibilidad, en que el cuidado y la defensa de lo que nos mantiene vivxs se vuelvan cada vez más cotidiano.” 

Y también se organizan desde el entramado comunitario, mediante la figura de la mayordomía, la cual nos explican:

“Entre las tradiciones de muchos pueblos existen las mayordomías, que consisten –dicho de modo simple- en que una familia cuide en su casa la imagen del santo principal al que la comunidad se encomienda. Y el día en que se le celebra, se hace un tremendo convivio comunitario en su honor. Después se pasea la imagen por las calles hasta que llega al que será su nuevo hogar durante otro año.

El EDyT Divergente será “sembrado” en el poblado de Chamilpa, al norte de Cuernavaca. Por ello, la Asamblea Cultural El Moro, que desde hace seis años trabaja junto con otros integrantes de la comunidad por la cultura y la preservación de las tradiciones del pueblo, nos ha propuesto ser Mayordomo Cultural del Encuentro y darnos así la bienvenida.

El EDyT Divergente iniciará su curso en Chamilpa con una acción colectiva que hemos llamado La Siembra y que consistirá en un recorrido por el pueblo al que están todxs invitadxs. Se hará el Paseo de Nuestro Árbol, que sembraremos al final del recorrido en el Territorio Histórico La Vía y donde realizaremos una ofrenda danzante.

Después, quizás, el Encuentro tomará otros cauces hacia otras comunidades y territorios donde podamos encontrarnos en torno a las mismas inquietudes. Cuautla, Casa de Artes específicamente, será la próxima sede de algunas actividades del Divergente.

Y para finalizar, ¿qué es Divergente?

El Divergente: Encuentro Internacional de Danzas y Territorios, es un espacio virtual y presencial que hemos concebimos para que en él se encuentren diferentes expresiones danzantes (colectivas, urbanas, rurales, amateur, académicas, profesionales, experimentales, etc.) en torno a una pregunta sobre cuáles son los vínculos entre la danza y los territorios donde se realiza. 

Consistirá en varias actividades. Primero La Siembra, que será la acción colectiva con que iniciaremos el próximo sábado 19 de junio en el Territorio Histórico La Vía, en el poblado de Chamilpa. Ello ha sido posible gracias a la colaboración con la Asamblea Cultural El Moro y con la compañía Malitzi Arte Escénico, que participarán en esta Siembra y que han sido nuestrxs invitadxs especiales para este primer Divergente.

Otra sección serán las Incidencias Danzantes, que consisten en funciones virtuales que recogen propuestas de colectivos, artistas y grupos de diversas procedencias. Hemos invitado de manera especial a la colectiva “Orgánica desbordeante de agitaciones creativas”, de Wallmapu/Chile, quienes compartirán su propuesta y una reflexión en el arranque de estas Incidencias. También estarán como invitadxs especiales Annur Raga, de Salta, Argentina, y Juliana Cabra, de Colombia. Además de varias propuestas que hemos recibido de distintas partes de México y de otras regiones.

Un espacio más en el Encuentro será para seis talleres iniciales, que impartiremos también en Chamilpa, abiertos a todo público. Compartiremos prácticas que abordan al cuerpo en su expresión danzante desde un sentido comunitario y de cuidado y defensa de los territorios. Por ello nos hemos animado a proponer un taller de Autodefensa para mujeres, que impartirá Sugey Catalán. Los otros talleres son: tiruvatirakali (danzas circulares del sur de India) impartido por Koyis Martínez; danza tahitiana, por Mariana Fenúa; danza y resistencia, por Hugo Molina; danza del vientre, desde el cuidado y el amor propio, por Isy Aguilera, y el taller de cierre, Territorio Vida, impartido por Malitzi Arte Escénico.

Y nos queda el camino abierto a más actividades por crear: conversatorios, laboratorios, presentación de libros, documentales, creación de contenidos, etc. En este sentido, Divergente también es un espacio abierto a recibir propuestas de colaboración.

Para consultar el manifiesto, el programa y los contenidos del EDyT Divergente pueden consultar la página https://danzasdivergente.wixsite.com/encuentro y las redes sociales del Encuentro.

https://www.facebook.com/danzas.divergente/videos/474049476982901

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